A Tà te entrego todo, los Ãdolos que adoré, mis tesoros de oropeles tanto tiempo defendidos, dulce sacrificio de sueños de culpa, recipientes de dolor y miedo.
A cambio de tan ‘valiosa’ dádiva, lo que tu Voluntad dispone para mÃ, un instante eterno y presente de Inocencia inmaculada, completamente libre de dolor y completamente a salvo de todo sufrimiento.
He aquà mi ofrenda en este instante, donde están contenidos todos los instantes, pues ya no deseo que ni uno solo de mis sueños infelices demore la llegada del recuerdo del Amor.
Autor: Paco Mingorance | 28/3/2016
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